Matricentrismo
Defínase éste como el fenómeno social que se caracteriza por el protagonismo materno, girando el mundo familiar en torno a la madre; es decir, la madre es el centro de las vidas de los hijos y de cierta forma, de la sociedad. Dentro de este fenómeno también encontramos la cruda realidad de la familia dirigida por la madre soltera, quien debe asumir el rol de madre y padre a la vez; así es similar la realidad frecuente de las familias en que el padre existe, pero la mayoría de las veces, se encuentra ausente de la vida familiar, entonces la madre asume la dirección familiar, resolviendo todos los problemas y haciéndose cargo, generalmente, de sus hijos sin ayuda paternal.
(Ángel Ríos).
Familia y Organización Socio-Política
Cuando se escucha sobre los
permanentes problemas del país, que parecen originarse en el ámbito del
parentesco, suele concluirse: "Aquí no hay familia". Se pretende así
cerrar el asunto, cuando éste pudiera plantearse en toda su manifestación crítica.
Como hemos escrito ya refiriéndonos al tema específico de la política sobre la
familia: Antes de hablar a la ligera de
la crisis (deterioro) de la familia en el país, es necesario entender el
funcionamiento estructural de la misma; de lo contrario, siempre las políticas
sobre la familia detentarán el papel del lado bueno, el del favor o
beneficencia, mientras que la familia como objeto ostentará el papel del lado
malo, incapaz de moldeamiento social, además de que la 'familia' tendrá un
precinto de clase: será la familia del sector popular o marginal (Hurtado
1991b, 18).
El problema de la crisis de la
familia puede desviarse hacia los problemas económicos como tales o hacia las
políticas del Estado con respecto a la educación, salud, alimentación, etc.,
desconociendo en sí los problemas de su organización social, de su estructura
simbólica, de sus prácticas y de sus ideologías. Pensamos que éstos últimos
problemas son medulares, en primer lugar, para explicar la crisis de la familia
venezolana y pulsar la dinámica sociohistórica del problema, y, en segundo
lugar, para sustentar el peso relativo de los problemas económicos y de las
políticas sociales del Estado con relación a la familia.
Nuestro enfoque está referido hacia el interior de la familia, y no tanto, a no ser en sus proyecciones supuestas, hacia el exterior social. En el estudio de la familia venezolana, nuestro interés está signado por la búsqueda y fundamentación de la organización social venezolana desde su orden societal primario. Por diversas investigaciones nos hemos aproximado a la familia venezolana ya sea como el sujeto de la organización popular urbana (Hurtado, 1994), ya sea como el sujeto de la estrategia socioeconómica del hogar campesino (Hurtado y Gruson, 1993) o del hogar popular urbano (Hurtado, 1984), ya como el escenario de la producción del sentido en la foto, radio, y telenovela (Hurtado,1991 c). Siempre hemos procurado detectar las relaciones `auténticas', en el sentido levistraussiano, que soporten como fundamentos la dinámica de la acción política local, del `trabajo doméstico' familiar, o del sentido profundo en la producción del parentesco. Tal enfoque y su interés no se sitúan dentro de una implicación teórica que cualificaría el orden societal primario como de retraso cultural, ni de una esquizofrenia social; sino dentro de un planteamiento socioantropológico que asume el ámbito de la organización familiar como uno de los niveles de la estructura de la organización social compleja, quedando para una investigación particular comprobar el peso de dicho orden social primario en el orden social segundo o propiamente social.
Nuestro enfoque está referido hacia el interior de la familia, y no tanto, a no ser en sus proyecciones supuestas, hacia el exterior social. En el estudio de la familia venezolana, nuestro interés está signado por la búsqueda y fundamentación de la organización social venezolana desde su orden societal primario. Por diversas investigaciones nos hemos aproximado a la familia venezolana ya sea como el sujeto de la organización popular urbana (Hurtado, 1994), ya sea como el sujeto de la estrategia socioeconómica del hogar campesino (Hurtado y Gruson, 1993) o del hogar popular urbano (Hurtado, 1984), ya como el escenario de la producción del sentido en la foto, radio, y telenovela (Hurtado,1991 c). Siempre hemos procurado detectar las relaciones `auténticas', en el sentido levistraussiano, que soporten como fundamentos la dinámica de la acción política local, del `trabajo doméstico' familiar, o del sentido profundo en la producción del parentesco. Tal enfoque y su interés no se sitúan dentro de una implicación teórica que cualificaría el orden societal primario como de retraso cultural, ni de una esquizofrenia social; sino dentro de un planteamiento socioantropológico que asume el ámbito de la organización familiar como uno de los niveles de la estructura de la organización social compleja, quedando para una investigación particular comprobar el peso de dicho orden social primario en el orden social segundo o propiamente social.
Hacia el futuro nos planteamos
cómo es tan débil la consistencia de la organización de la sociedad y tan
fuerte la de la organización familiar. ¿Se soportan o se oponen? En el
presente, nos preguntamos cómo la consistencia de la organización familiar se
muestra estructuralmente crítica; sin embargo, dicha crisis nosotros la
detectamos a partir del sistema étnico o modelo cultural familiar. La respuesta
a este problema creemos que reside en un proceso analítico referido al estudio
de la estructura familiar venezolana. Caracterizamos a dicha estructura como
matrisocial. Según esto, proponemos que en un primer momento la
crisis de la familia en Venezuela se origina fundamentalmente a partir de la
estructura de su ethos matrilineal. Dicha estructura revela de entradas a la
familia venezolana como un grupo social esencialmente emergente o en crisis
respecto del sistema de reciprocidad de los bienes sexuales femeninos.
Nuestra búsqueda del fundamento
simbólico del orden primario de la organización social venezolana, al ser
referido a la familia como campo de la ideología y de la política (Pitt-Rivers,
1979), no se inscribe en las vejas y grandes categorías de interpretación
general de la sociedad y de la cultura. Estas categorías se insertan en los
marcos del evolucionismo historicista y de sus tipologías dicotómicas o de los
polos del continuo metodológico. Una categoría en estos modelos, tipológicos en
Tonnies o analíticos en Durkheim, Weber y Redfield (Nisbet, 1969, 100 y 115)
significa el retraso, lo primitivo, lo prehistórico, lo prelógico; la otra
categoría implica el progreso, el orden civilizatorio, lo histórico, lo lógico
racional, etc. En nuestro planteamiento descartamos la vieja hipótesis
evolucionista en torno al modelo del matriarcado y el patriarcado (derechos
materno y paterno) para significar tanto una tipología del retraso y del avance
culturales, como un instrumento analítico para el estudio de la estructura
matrisocial venezolana. Emplear hoy día la categoría del matriarcado o de un
'complejo matrilineal' para delimitar épocas, etapas o áreas socioculturales,
ya superadas, ya retrasadas, indica un problema de concepción actual
completamente erróneo e ineficaz para el análisis y ya ni siquiera sin ingenio
para el porvenir de la ciencia, como concederá Weber, no obstante, al
planteamiento de la teoría del matriarcado de Engels para su tiempo.
Es necesario operar desde
categorías más `modestas y precisas' (Pitt-Rivers, 1979, 112) como las acuñadas
en los conceptos, para el ego materno, de matrilineal, matrifocal, matrilocal,
matrilateral, matrisocial, para analizar las relaciones etnológicas de
problemas reducidos. Se trata de apuntalar una categoría de análisis
explicativa desde nuestra pregunta sobre el cómo de la crisis de la familia
venezolana y no ya sobre el porqué. El cómo pide un análisis; el porqué, en
cambio, tiende a desviar la búsqueda hacia la identificación de culpabilidades
en el pasado sociohistórico o hacia la satisfacción de curiosidades sobre los
orígenes conjetúrales del fenómeno. Uno y otro cometido resultan
científicamente ineficaces. Si permanece la familia como una realidad general
en todas las sociedades y como un fundamento principal del orden societal
primario, su existencia tiene, sin embargo, variaciones que identifican el
grado de consistencia específico detentado en cada sociedad, así como su
alcance o impacto en el orden social mismo.
Los conceptos aludidos no tienen
la misma eficacia o cubren áreas de significación apropiada, para responder a
un análisis suficiente de los símbolos de las relaciones del parentesco; esto
es, para interpretar psicodinámicamente la estructura de la familia venezolana
con miras a develar la crisis de la misma. Un procedimiento
teórico-metodológico para la selección del concepto adecuado a la
interpretación simbólica se refiere al símil psicológico que se adopta en los
estudios de `Cultura y Personalidad', y específicamente en su vertiente
etnopsicoanalítica. La cultura no es, ni tiene, una personalidad, pues aquélla
no está pensada como un fenómeno individual. La utilidad que proporciona el
símil psicológico se desprende al tomar la personalidad como un esquema
conceptual para la explicación unitaria de un comportamiento previsible
(Devereux, 1975), que debe articularse con un modo de entender y operar la
cultura dentro de una estructura demostrativa de un sistema social.
La categoría etnológica más
explicativa para responder sobre el cómo de la crisis de la familia venezolana,
es el concepto de matrisocialidad, elaborado figurativamente desde el de
matrilinealidad. Este núcleo conceptual contiene una mayor capacidad de
simbolismo social en cuanto al universo de las relaciones del parentesco y al
mismo tiempo un recio eje expresivo para articular la globalidad del sistema
simbólico parental con el símil de la estructura psicodinámica básica. Este
símil psíquico como campo de inspiración conceptual y de comprobación
explicativa, dinamiza con alto tenor (psico)analítico el concepto de
matrisocialidad; los mapas y relaciones de los valores del parentesco se tornan
instrumentos o fuerzas productivas de lo socio-familiar observados desde la
técnica psicoanalítica, así como la teoría de esta técnica permite detectar el
efecto de amplificación estructural de lo real etnológico.
Aunque coincide esta proposición
conceptual con nuestra hipótesis de trabajo (la familia venezolana es
matrisocial), no justificamos de entrada por la hipótesis la decisión de
nuestro procedimiento metodológico para no caer en un círculo vicioso, sino por
la teoría de la técnica psicoanalítica o el presupuesto del símil psicológico
adoptado; posteriormente se realiza la coincidencia del principio o concepto
explicativo (la estructura básica de personalidad) y la hipótesis de trabajo
(matrisocialidad) por argumentación comprobatoria.
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